La mañana del sábado 12 de marzo de 2022, se llevó a cabo en el Templo Nacional Don Bosco de Altamira, la ordenación episcopal de los dos nuevos Obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Caracas, Venezuela: Mons. Carlos Eduardo Márquez Delima y Mons. Lisandro Alirio Rivas Durán, IMC.
Por Prensa CEV
La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas, Cardenal Baltazar Porras como Obispo ordenante principal, y como Obispos asistentes principales, Mons. Jesús González de Zárate, Arzobispo de Cumaná y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, y Mons. Raúl Biord, Obispo de La Guaira y Secretario General de la CEV. Acompañaron también Mons. Ulises Gutiérrez, Arzobispo de Ciudad Bolívar y Segundo Vicepresidente de la CEV, Mons. Ricardo Barreto, Obispo auxiliar de Caracas; Mons. Ignazio Ceffalia, Encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica en Venezuela, así como Arzobispos y Obispos de las diferentes diócesis del país, el clero de la Arquidiócesis de Caracas, seminaristas, familiares y amigos.
El Rito de Ordenación inició luego de la lectura del Evangelio, con la lectura, a cargo de Mons. Ceffalia, del mandato apostólico del Papa Francisco, en el que el 23 de diciembre de 2021, nombró a los entonces presbíteros Carlos Márquez y Lisandro Rivas, como nuevos obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Caracas.
Tras la lectura, el Cardenal Baltazar Porras dirigió su homilía a los presentes, reflexionando sobre el valor del ministerio episcopal: “Jesús el Buen Pastor nos ha regalado por intermedio de la bondad del Papa Francisco, dos nuevos obispos auxiliares para el servicio de la población que vive en la gran Caracas «, expresó; “La atención espiritual y el cuidado integral a la inmensa concentración humana de la capital ha exigido en los últimos setenta años la valiosa ayuda de obispos auxiliares”, e hizo memoria de aquellos quienes han prestado su servicio a la Iglesia desde la responsabilidad como obispos auxiliares.
“La palabra de Dios que acabamos de escuchar nos recuerda que somos elegidos, sostenidos y preferidos por el Señor”, indicó el Cardenal Porras. “Pero este llamado gratuito del Señor exige poner en marcha el ministerio recibido para ser luz, abrir los ojos a los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión, y de la cárcel a los que habitan en tinieblas”, afirmó. “La misericordia y la ternura del Señor es tal que nos invita a no temer porque Él está con nosotros”.
Añadió que “lo que le pide el Señor, a los nuevos obispos, y a todos los bautizados que estamos aquí presentes, es que permanezcamos en Jesús, en sus palabras y en sus hechos”, y manifestó que los dos nuevos obispos “son una bocanada de aire fresco y una esperanza cierta para animar el trabajo pastoral en nuestra arquidiócesis”, e hizo referencia al llamado de Mons. Carlos Márquez, de quien expresó que ha sido “copartícipe de los dolores y sufrimientos” del pueblo de Dios y ha experimentado “en su propia carne, la misericordia de Dios”, y a la vocación de Mons. Lisandro Rivas, de quien refirió su dedicación a la misión desde el carisma de los Misioneros de la Consolata, como discípulo misionero “con intenso celo apostólico”.
Culminada la homilía, los nuevos obispos, de pie ante el Cardenal Porras y el altar, realizaron sus promesas, y una vez finalizadas, se postraron en tierra, mientras que la feligresía entonaba las letanías. Prosiguió entonces la imposición de las manos al nuevo obispo, por parte del Cardenal Baltazar Porras como Obispo Ordenante principal, seguido por Mons. Jesús González de Zárate, Mons. Raúl Biord, Mons. Ulises Gutiérrez, y los demás Arzobispos y Obispos presentes.
A continuación, correspondió el momento de la imposición del Libro de los Evangelios, la plegaria de ordenación y la unción con el Santo Crisma. Posterior a ello, Mons. Márquez y Mons. Rivas recibieron el Libro de los Evangelios y las insignias episcopales: el anillo, como signo de fidelidad a la Iglesia; la mitra, que representa el contacto experiencial con Dios en lo alto, en búsqueda de la santidad; y el báculo, como reflejo de la misión que asumen como pastor del pueblo de Dios.
Fuente y fotos: Conferencia Episcopal Venezolana – CEV