Venezuela: Consolación y misión en la periferia

Vista de Carapita, un barrio de unos cien (100) mil habitantes en la periferia de Caracas. Fotos: Michelangelo Piovano

En este mes de julio se celebrará la Conferencia de la Delegación IMC Venezuela. En ella participarán el Superior General, Padre James Lengarin, Padre Michelangelo Piovano, Vice Superior General y el Padre Juan Pablo De los Ríos, Consejero General para América.

Por Michelangelo Piovano *

Saliendo de Roma, llegamos a Caracas el jueves 5 de julio, y al día siguiente, guiados por el Superior, Padre Nebyu Elias Gabriel, tuvimos la oportunidad de visitar, en el centro de la ciudad, la Catedral de Caracas y la casa natal de Simón Bolívar (libertador de la América española, nacido en Caracas en 1783 y fallecido en 1830 San Pedro Alejandrino, Santa Marta, Colombia).

Por la noche, en nuestra casa, hemos tenido un encuentro de bienvenida y fraternidad con los hermanos que habían llegado de la misión de Nabasanuka y los Laicos Misioneros de la Consolata. La cena y la música popular nos metió de lleno en el espíritu festivo del pueblo y de nuestros misioneros.

Comunidad de San José en Carapita

El sábado fue un día especial, que comenzó con la celebración de la eucaristía en la comunidad de las Hermanas de la Madre Teresa (Hermanas de la Caridad) presidida por el Padre James Lengarin, y después, acompañados por el párroco de la Parroquia de los Santos Joaquín y Ana de Carapita, el Padre Charles Gachara Munyu, visitamos diversas comunidades diseminadas por las altas colinas y montañas que rodean Caracas.

En cada una de ellas había personas que nos esperaban para darnos la bienvenida, mostrarnos la comunidad y, en una breve reunión, presentarnos las diversas labores pastorales y sociales que llevan a cabo. Las distintas comunidades están dispersas en una enorme aglomeración de casas y casitas construidas unas encima de otras y encaramadas en las laderas de las colinas. Es una realidad muy pobre, bastante común en los suburbios de las grandes ciudades de América Latina, donde la gente se esfuerza para salir adelante, luchando por vivir y sobrevivir.

Comunidad de la Consolata en Carapita

El sentido de las comunidades allí es precisamente dar esperanza, infundir ánimo y sobre todo dar testimonio de presencia y vida cristiana.

Es el caso por ejemplo de las Comunidades de Nuestra Señora de la Esperanza, situadas en la parte más alta de la colina, con capillas dedicadas a la Consolata, San José, la Virgen Milagrosa y la Gruta de Belén. Todos los domingos, en cada una de ellas y en la parroquia se celebra misa, se enseña el catecismo, hay un grupo juvenil y un valioso servicio caritativo.

Los responsables de la comunidad son en su mayoría mujeres que, con gran espíritu de servicio, llevan adelante la vida de la comunidad y sus actividades pastorales. En particular, todos los días, en el salón parroquial, hay una cocina y un comedor que prepara 400 almuerzo para los niños de esta comunidad y otros más que se entregan en otras comunidades en donde se reunen los niños. Aquí la misión se convierte en compartir, consolar, participar y alimentar a los que tienen hambre y necesitan el pan de cada día, pero al mismo tiempo se ofrece el Pan de la Palabra y la Eucaristía.

Nueva capilla para la Adoración en la Parroquia de los Santos Joaquín y Ana

Es casi un milagro cotidiano que sucede gracias a la participación y al empeño y solidaridad de muchos: eso nos permite comprender en modo concreto lo que es una Iglesia en salida, misionera y sinodal.

Mientras estábamos en la Capilla de la Consolata, recordamos la invitación que José Allamano hizo a nuestros Misioneros y que también nosotros tenemos en nuestras Constituciones: la de hacer una visita en día sábado al Santuario de la Consolata para los que estaban en Turín. Nosotros no estábamos en Turín, sino en Carapita, en los suburbios pobres de Caracas donde trabajamos desde hace varios años y por donde han pasado muchos misioneros de la Consolata. A pesar de eso hicimos nuestra peregrinación llegando a los pies de esta “Consolata misionera”, dando gracias por lo que también allí se está haciendo en su nombre con el espíritu de Allamano.

Una inscripción en la pared de la Capilla decía también: «La Consolata es especialmente nuestra y tenemos que estar felices de tenerla como protectora (Beato Giuseppe Allamano)».

Hubo también otro momento hermoso: el de la consagración de la nueva capilla destinada a la Adoración en la Parroquia. Ese será un espacio de oración para quien desee estar con el Señor y pasar un tiempo en su presencia, pero –como nos dijo el párroco, el padre Charles– será también el lugar en donde llevar la vida de las personas y comunidades, especialmente aquello que parece imposible realizar o resolver en una realidad como esta que presenta tantos desafíos y necesidades.

Mientras nos preparamos para la canonización del Beato Giuseppe Allamano el próximo 20 de octubre, encontramos aquí lo que le era tan querido para ser santos y misioneros: la Eucaristía, la Consolata y el celo misionero vivido con espíritu de fe, sacrificio, amor y atención a las personas.

A la Consolata y al Beato Allamano confiamos estas comunidades, los misioneros y los laicos que trabajan en ellas, y la Conferencia que iniciaremos este lunes 8 de julio en el Centro de Animación Misionera de Barquisimeto.

* Padre Michelangelo Piovano, IMC, Vice Superior General.

Contenido relacionado