A propósito del genocidio causado por Israel contra Gaza, que ha provocado el asesinato de cerca 23000 personas, una reflexión sobre la Teología Palestina de la Liberación. Esta viene jugando un papel fundamental en la denuncia del colonialismo al que se ve sometida Palestina por el Estado de Israel desde su creación hace 75 años, con la colaboración de los Estados Unidos.
Por Juan José Tamayo *
A propósito del genocidio causado por Israel contra Gaza, que ha provocado el asesinato de cerca 23000 personas, voy a ofrecer una reflexión sobre la Teología Palestina de la Liberación -muy poco conocida en Occidente-, que en mi libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta) sitúo entre las teologías decoloniales. Esta teología viene jugando un papel fundamental en la denuncia del colonialismo al que se ve sometida Palestina por el Estado de Israel desde su creación hace 75 años, con la colaboración de los Estados Unidos, y en la condena de la actual masacre que está reduciendo a escombros la Franja y eliminando a diario a centenares de vidas humanas.
La base ideológica de la alianza Israel-Estados Unidos se encuentra en la convergencia entre la teología del Pueblo Elegido y de la Tierra Prometida, defendida por Israel, y la doctrina del Destino Manifiesto, en la que se apoya Estados Unidos para su expansión por todo el mundo.
Uno de los principales cultivadores de la Teología Palestina de la Liberación es el teólogo cristiano palestino Naim Stifan Ateek, Nacido en 1937 en el pueblo palestino Beisan, destruido por el ejército judío en 1948, fue ordenado sacerdote de la Iglesia Anglicana en 1967 y obtuvo el doctorado en teología en el Theological Seminary de San Francisco en 1985.
En 1991 creó en Jerusalén el Centro de Teología de la Liberación Ecuménica de Sabeed, que se define como un movimiento ecuménico popular entre cristianos y palestinos y llama a las comunidades cristianas de todo el mundo a trabajar por la justicia, solidarizarse con el pueblo palestino y vincular el significado auténtico de la fe cristiana con la vida cotidiana de todos aquellos que sufren bajo la ocupación, la violencia, la discriminación y las violaciones de derechos humanos. Entre sus obras principales cabe citar: Justice and only Justice. A Palestinian Teology of Liberation, prologada por la teóloga feminista estadounidense Rosemary Radford Ruether (1989), y A Palestinian Christian Cry for Reconciliation, con prólogo del arzobispo anglicano sudafricano Desmond Tutu (2008).
Teología anticolonial y antimperial
En un discurso pronunciado en 2008 en Milwaukie (Oregón, USA) Naim Ateek definía la teología palestina con las siguientes características:
– Contextual, surgida en el contexto de la experiencia de la opresión de Palestina por el Estado de Israel.
– De la liberación, que busca liberarse de las situaciones de colonialismo e injusticia estructural vividas por el pueblo palestino.
– De la no violencia activa en la defensa de la justicia y la paz.
– Ecuménica, que convoca a todos los cristianos y cristianas de Palestina para construir una Iglesia autóctona.
– Interreligiosa, que reúne a personas creyentes de las tres religiones abrahámicas: judías, cristianas y musulmanas, en el trabajo por la justicia y la paz en un territorio marcado por la guerra de religiones hermanas.
– No identificada con ningún partido político, pero no por ello apolítica.
– Basada en la Biblia, que señala el camino hacia la justicia y la liberación.
– Profética, que, como los profetas de Israel, desenmascara la injusticia.
– Crítica del sionismo cristiano y de la teología en la que se sustenta por su mal uso de la Biblia al servicio de la violencia y del racismo.
– Anti-imperial, crítica de todas las teologías imperialistas: del Imperio romano entonces y del Imperio estadounidense, aliado con Israel, hoy.
– Política, que cuestiona los sistemas políticos y sociales que obstruyen la justicia y la reconciliación entre israelíes y palestinos y propone modelos políticos y sociales basados en relaciones igualitarias. (Cfr. http://www.fosna.org/content/liberation-theology)
Jesús de Nazaret crucificado con los miles de palestinos crucificados
Desde este enfoque la teología palestina cuestiona la imagen exclusivista y violenta de Dios y elabora una cristología del Siervo Sufriente como alternativa a la del Hijo de David de carácter imperial. No se limita a confesar la divinidad de Jesús de Nazaret, sino que enfatiza la plenitud de su humanidad en su contexto histórico como judío palestino que vive bajo la ocupación del poder israelí y ofrece resistencia no violenta a dicha ocupación.
En su mensaje de Pascua de 2001, Ateek presentó a Jesús en Palestina caminando de nuevo por la vía dolorosa. Lo identificó con el palestino sin poder, humillado en un puesto de control, con la mujer que intenta llegar al hospital para recibir tratamiento, con el joven cuya dignidad es pisoteada, con el estudiante que no puede ir a la universidad a estudiar, con el padre desempleado que necesita encontrar pan para alimentar a su familia. Lo coloca en medio de ellos, de su lado, sufriendo con ellos cuando soportan indefensos los bombardeos de sus casas por tanques y helicópteros de combate. Jesús está en la cruz de nuevo con miles de palestinos crucificados a su alrededor.
Sólo se necesitan personas con discernimiento para ver los cientos de miles de cruces en toda la tierra, hombres, mujeres, niñas y niños palestinos siendo crucificados. Palestina se ha convertido en un gran Gólgota, en el lugar de la calavera. El sistema de crucifixión del gobierno israelí funciona diariamente.
Crítica de la utilización sionista de la Biblia
Esta teología sigue la metodología de las teologías hermanas de la liberación: análisis de la realidad sufriente del pueblo palestino, juicio ético, hermenéutica crítico-liberadora de los textos bíblicos y estrategias de acción no violenta en favor de la paz en la ocupación de Palestina por Israel. Con todo, crítica severamente a las teologías de la liberación que presentan el relato bíblico del éxodo como paradigma emancipador, descuidando con frecuencia la invasión violenta de Canaán, la subyugación y el exterminio de sus habitantes y olvidándose de la apelación del pueblo hebreo al derecho divino para desplazar al pueblo palestino.
La teología palestina hace una relectura crítico-liberadora de la Biblia hebrea. Revisa la idea de Israel como único pueblo elegido por Dios con el que Yahvé hace la alianza y a quien le promete una Tierra. Según el teólogo norteamericano Burge, la posesión de la Tierra no es una promesa incondicional, sino que está supeditada a que Israel sea fiel a la alianza y a la práctica de la justicia. El don de la Tierra se le retira a Israel por desobedecer a Dios. Una prueba de dicha retirada la encuentra Burge en la parábola de Jesús sobre la viña, que, ante el comportamiento criminal de los viñadores, cambia de ocupantes (Mt 21,33-44; Mcc 12, 1-11).
Hay también un cuestionamiento de la idea de Pueblo Elegido: Israel pierde dicha condición cuando, ya instalado en la Tierra prometida, institucionaliza la esclavitud y oprime a quienes la ley manda proteger: las personas huérfanas, las viudas y la gente extranjera.
La teología palestina rechaza la utilización sionista de la Biblia que legitima tanto las políticas discriminatorias de Israel con la comunidad palestina y árabe como su proceso de militarización y expansión. Como alternativa recupera la tradición profética que establece la relación intrínseca entre el conocimiento de Dios y la práctica de la justicia y la legislación hebrea que defiende la solidaridad con los grupos sociales más desfavorecidos de la sociedad.
Esta teología recuerda los constantes reproches que hace Yahvé al Israel bíblico por sus prácticas opresoras e injustas y denuncia el maltrato permanente y sistemático que el actual Estado de Israel da hoy a la comunidad palestina. Apela, a su vez, a la actitud compasiva de Yahvé contra la esclavitud vivida por el pueblo hebreo en Egipto: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto; he escuchado el clamor entre sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para liberarlo de la mano de los egipcios…” (Éx 3,7ss). Acorde con dicho proceder de Dios, denuncia la situación humillante en la que vive la comunidad palestina, subyugada por Israel y desasistida por la mayoría de los Estados.
Constantinismo judío y sionismo político
El teólogo judío crítico Marc Ellis aplica la experiencia del cristianismo constantiniano al judaísmo y crítica el “constantinismo judío” por haber provocado el colapso de la herencia profética y haberla convertido en su contrario: la opresión del pueblo palestino. Denuncia la alianza del constantinismo judío con el sionismo político, hecha por los propios teólogos judíos. Los portadores del mensaje profético, concluye, se han tornado conquistadores.
Condena del actual genocidio y denuncia de la complicidad de Occidente
La teología palestina de la liberación sigue levantando la voz contra el actual genocidio cometido por Israel contra Gaza y la ocupación de tierras palestinas por parte de los colonos judíos en Cisjordania. Un ejemplo es el teólogo luterano palestino Munther Isaac, pastor de la Iglesia “Navidad” en Belén, decano del Bethlehem Bible College y coordinador de las conferencias “Christ at Checkpoints”. La víspera de Navidad pronunció una impactante e interpelante sermón titulado “Cristo bajo los escombros” contra la agresión israelí, la complicidad de Occidente y la teología del Imperio.
“Estamos enojados. Estamos rotos -empezó diciendo-. Deberíamos estar celebrando. En lugar de esto estamos de luto. Tenemos mucho miedo. Más de 20.000 asesinados [cuando escribo este artículo son cerca de 23.000·y cada día son asesinadas 200 personas]. Miles de personas aún bajo los escombros. Cerca de 9.000 niños asesinados brutalmente. Día tras día. 1.900.000 personas desplazadas. Cientos de miles de hogares destrozados. Gaza como la conocimos ya no existe. Eso es aniquilación. Eso es genocidio”.
En un tono interpelante afirmó que, si no estamos horrorizados, si no estamos consternados por lo que está pasando en Gaza, si no nos sacude hasta lo más profundo de nuestro ser, nuestra humanidad está en entredicho; si no lo llaman genocidio es un pecado y una oscuridad. Y a los cristianos y cristianas les interpeló de esta guisa: “Si no nos indigna el genocidio, la armamentización de la Biblia y su uso legitimador del genocidio, nuestro testimonio y la credibilidad del mensaje evangélico están en duda”. Recordó que algunas iglesias no siquiera llaman a un alto el fuego.
Acusó a Occidente de complicidad en la masacre alertándole de que su caridad y sus palabras de conmoción tras el genocidio no servirán de nada, de que los palestinos no aceptarán sus disculpas. Pidió a los occidentales que se miraran al espejo y se pregunten: dónde estabais cuando Gaza estaba pasando por un genocidio. “No queremos oírles sermonearnos nuevamente sobre derechos humanos o derechos internacionales”, dijo refiriéndose a los europeos.
Expresó su indignación por la complicidad de la Iglesia, y lo hizo de forma lapidaria: “Que quede claro: el silencio es complicidad. Sus palabras superficiales de empatía sin contacto directo con la acción revelan complicidad. Gaza fue agredida antes del 7 de octubre y el mundo miraba en silencio”.
A pesar del inmenso golpe recibido, quizá el mayor, Munther Isaac expresó su firme e incólume esperanza de recuperación: “Nosotros, los palestinos, estaremos bien, nos recuperaremos, nos levantaremos de nuevo en medio de la destrucción, como lo hemos hecho siempre”. Sin embargo, a las personas cómplices por su silencio les interpeló: Siento pena por Ustedes. ¿Se recuperarán de esto?”.
“Gaza, la brújula moral del mundo”
Este fue su principal mensaje: “Gaza se ha convertido hoy en la brújula moral del mundo”. Así es. Por eso terminó dirigiéndose a las personas asistentes a la celebración religiosa: “Repitan conmigo: detengamos este genocidio ya”. También creo que debemos repetir: “Exijamos la liberación de los rehenes”. Ambos deben ser nuestros compromisos para no ser acusados de complicidad en el genocidio ni en el secuestro de los rehenes.
* Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y autor de Teologías del Sur. El giro descolonizador (Editorial Trotta), que dedica un capítulo a la teología palestina de la liberación.