“La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio” (QA, 1). Con esta iluminación nació la voluntad de retratar la belleza de la Amazonia con un mural en las paredes del Noviciado continental IMC, “San Oscar Romero” en Manaos.
Por Jhonny González *
Soy un joven que gusta mucho de dibujar y crear espacios y momentos creativos, por tanto, al ver una gran pared blanca en nuestro Noviciado, mi mente empezó a trabajar y surge la propuesta de realizar algún diseño alegórico que representara la presencia de Dios en nuestra Amazonía.
Después de buscar ideas en imágenes ya existentes y adaptándolas a lo que se deseaba para crear un contenido nuevo a partir de ellas. Inicialmente serían 3 dibujos separados, todos con rasgos o elementos de nuestros pueblos originarios; pero luego de las sugerencias del Maestro y otros miembros de la comunidad formativa, concluimos en que se realizaría un mural uniendo todos los elementos. De esta manera surgió esta hermosa creación, en la cual todos los miembros de la comunidad, mis otros hermanos novicios Ángel y Johan, el Hermano Tarcisio Lot y el mismo Maestro Padre José Martin, tuvieron una participación, ya sea sugiriendo ideas o pintando en algunos momentos durante el desarrollo del mismo. La Amazonia es signo de diversidad y comunidad, por tanto, este trabajo no podía ser la excepción.
El mosaico tiene forma de corazón acompañado de diferentes elementos, rasgos y características propias de nuestra fe y de la realizad amazónica. Esta obra busca despertar “el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros y que a veces dejamos atrofiar” (QA, 56).
Lado izquierdo: la Virgen María
Se puede apreciar la figura de una mujer, quien representa a la Virgen María, la misma, tiene rasgos indígenas, porque nuestra Madre siempre se hace próxima a sus hijos, por tanto, “Ahora levantemos la mirada a María. La Madre que Cristo nos dejó, aunque es la única Madre de todos, se manifiesta en la Amazonia de distintas maneras” (QA, 111). Ella tiene 3 plumas en su cabeza que representan su virginidad antes, durante y después del embarazo.
Las 3 mariposas volando en el cielo, representan la humildad, pureza y obediencia, virtudes propias de nuestra Madre amada, las cuales estamos invitados a imitar, junto al resto de virtudes que ella posee, representadas por las flores en el diseño. A su vez, ella carga en sus brazos a un niño que representa no solo a Jesús, sino a todos sus hijos adoptivos, para quien ella brinda consuelo y amor. Por su parte, la Guacamaya, ave típica de la amazonia, representa la presencia del Espíritu Santo, que fecunda y refuerza la cultura de los diversos pueblos presentes en este gran pulmón vegetal.
Lado derecho: Jesús Resucitado
La imagen de Jesús Resucitado, sobre el mapa de Latinoamérica, nos recuerda sus propias palabras: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn 11,25); a su vez, esta imagen transmite paz y serenidad anhelado por nuestros pueblos. Así mismo, este Jesús tiene la silueta de una cruz, que nos recuerda que no hay resurrección, ni vida nueva, sin la cruz y el sufrimiento. De igual manera, este Jesús presenta facciones y un penacho indígena, signo de autoridad, que nos recuerda la corona llena de Gloria que no se marchita y por la cual debemos esforzarnos (Cf. 1 Pe 5,4).
El mapa de Latinoamérica está realizado con los colores primarios, de los cuales derivan los otros colores, representando la diversidad de países, culturas y realidades de nuestro continente; de la misma manera el color verde presente nos recuerda el gran pulmón vegetal y demás zonas selváticas y boscosas, presente en esta porción del mundo. El rio que atraviesa el mapa, nos recuerda que “en la Amazonia el agua es la reina, los ríos y arroyos son como venas, y toda forma de vida está determinada por ella […] deslumbra en el gran Amazonas, que recoge y vivifica todo a su alrededor” (Cf. QA, 43-44). Estas aguas desembocan en Jesús, por tanto, los indígenas en la canoa se dirigen hacia Él, que es la fuente de la Vida Eterna. El Tucán posado sobre una rama, según la tradición representa para muchos indígenas de Suramérica, un ave sagrada, que vincula el mundo de los vivos y los muertos, su presencia nos recuerda, el valor y esfuerzo de nuestros antepasados, y el legado que ellos han dejado para nosotros como signo de riqueza cultural, lucha contra la opresión y la búsqueda de mejores condiciones de vida. Las tres mariposas, representan los 3 pilares de nuestra fe: Sagradas Escrituras, Tradición y Magisterio.
También están presenten cinco futas de Guaraná, una de las mayores fuentes económicas en la Amazonia, las cuales son muy apreciadas por los indígenas brasileiros mucho antes de la llegada de los portugueses, debido a que su ingesta aumenta la resistencia en los esfuerzos mentales y musculares; así mismo, su forma de “ojo abierto” es muy particular, aunque son 5 frutas, las cuatro que se encuentra alrededor de Jesús, representan a los cuatro evangelistas porque los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras “por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador” (DV 18), mientras que la quinta que se encuentra un poco más alejada de Él, nos recuerda al Apóstol Pablo, gran predicador del evangelio. Todos ellos se representan con esta fruta porque una de las características de los evangelios y de las cartas de Pablo es que expresan el testimonio ocular y el encuentro esplendoroso, de aquellos hombres y mujeres que se toparon con el Resucitado.
El corazón en la parte central
Presenta un corazón latiendo, como signo de vitalidad y fuerza. Así mismo nos recuerda las palabras que el Señor comunicó al profeta Ezequiel: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne” (Ez 36, 26). Del mismo corazón, también brota agua y sangre, simbolizando la misericordia de Dios por la humanidad a través de su hijo Jesús, representado en un pez (ichthus, símbolo de los primeros cristianos). Así mismo del corazón nace en la parte superior una mano, signo de trabajo y representación de Dios Padre, que levanta con poder a los pueblos sufrientes y cuida de ellos. A su vez, están presentes 2 hombres, 1 joven y 1 anciano, que representan, la lucha y sabiduría de los pueblos indígenas, y 2 mujeres, 1 niña y 1 adulta, que representan, la pureza y belleza de los pueblos autóctonos enriquecidos con la grandiosa cultura del sentido comunitario.
A su vez, todos juntos nos recuerdan que, “la lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu de comunión humana […] se evidencia que los pueblos originarios de la Amazonia tienen un fuerte sentido comunitario. Ellos viven de ese modo ´el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las celebraciones. Todo se comparte […] La vida es un camino comunitario donde las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función del bien común. No hay lugar para la idea de individuo desligado de la comunidad o de su territorio´” (QA, 20).
Para finalizar, se aprecia en la parte superior del mural un cielo azul, que recuerda nuestra meta y destino final, el cual anhelamos con mucha esperanza, representado con el color verde de las hojas en la parte inferior. La diversidad de colores retrata la gran diversidad de culturas, tradiciones, pueblos y experiencias que componen la hermosa Amazonia, pulmón de la humanidad, nuestra Casa Común, obra del Creador que todos debemos preservar y cuidar.
* Jhonny González es novicio venezolano en el Noviciado San Óscar Romero de los Misioneros de la Consolata en Manaos (AM).