
En el corazón de la Amazonía, donde el río Putumayo abraza tierras peruanas y colombianas, se celebró el Tercer Encuentro Fronterizo Colombo-Peruano de Mujeres Nativas Amazónicas, un espacio de escucha, intercambio y compromiso que reunió en Puerto Leguízamo (Colombia) a más de treinta mujeres indígenas: adolescentes, jóvenes, adultas y abuelas de los pueblos Kichwa, Murui Muina y Siona.
Redacción *
Participaron mujeres indígenas de Perú —de las comunidades Puerto Lupita, Peneita y Estrecho— y de Colombia —de las comunidades Puerto Leguízamo, Puerto Refugio y La Paya—, así como representantes de las organizaciones FECONAFROPU (Federación de Comunidades Nativas Fronteriza del Putumayo, Perú) y ACILAPP (Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos de los Pueblos Indígenas del Municipio de Puerto Leguízamo y Alto Resguardo Predio Putumayo, Colombia). Juntas, compartieron saberes, experiencias y desafíos comunes desde sus territorios de vida.
Durante el encuentro, realizado del 21 al 23 de marzo de 2025, compartieron memorias de lucha y resistencia, dialogaron sobre sus saberes en medicina ancestral, agricultura y arte, y reafirmaron su compromiso con la defensa del territorio y el cuidado de la Casa Común.
El evento fue organizado por Misión Putumayo, con el acompañamiento de lideresas indígenas como Tania Ruiz (Murui Muina-Miraña) y Anitalia Pijachi (Murui-Okaina), y el apoyo de instituciones como FECONAFROPU, ACILAPP, la Oficina de Defensa de la Vida y la Cultura del Vicariato San José del Amazonas, la Pastoral Social del Vicariato de Puerto Leguízamo-Solano y ProPurús.
Desde este espacio de frontera viva, Misión Putumayo acompaña procesos pastorales e interculturales junto a las comunidades indígenas. El padre José Fernando Flórez Arias, Misionero de la Consolata, anima esta presencia y explica que la misión lleva el nombre del territorio Putumayo como expresión de respeto a su carácter sagrado para los pueblos originarios.
Como fruto del encuentro, las mujeres participantes elaboraron un manifiesto que recoge sus voces, sueños y exigencias. En él, claman por:
- La protección de los territorios ancestrales, exentos de toda práctica extractiva.
- El reconocimiento y formalización de sus sistemas propios de salud y educación.
- La implementación real de políticas públicas que fortalezcan sus economías locales.
- La erradicación de toda forma de violencia y discriminación contra la mujer indígena.
- Y su participación efectiva en todos los espacios de toma de decisiones que afectan sus vidas y territorios.
“Es nuestro compromiso como mujeres nativas amazónicas cuidar la casa común –el territorio–, y nos mantenemos en la lucha por el cumplimiento de los derechos, la justicia y la igualdad en nuestros territorios y en la sociedad general”, expresaron en su manifiesto final.
Desde sus territorios, las mujeres indígenas reafirmaron su papel como dadoras de vida, sabedoras y guardianas del territorio, comprometidas con la defensa de la Amazonía, de la memoria de sus pueblos y de los derechos colectivos que las sostienen. Su palabra, tejida con sabiduría ancestral, se alzó como voz colectiva por la justicia, la salud, la educación y la dignidad de sus comunidades.
Estas mujeres, sembradoras de esperanza y cosechadoras de vida, caminan unidas como pueblos hermanos. Su palabra no es solo denuncia, también es siembra y horizonte. Una palabra que se hace canto, memoria y futuro.
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* Oficina de Comunicaciones IMC Colombia