En entrevista, el primer obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Leguízamo – Solano, en la Amazonía colombiana, evalúa el camino de la Iglesia comprometida con los pueblos y comunidades de ese territorio.
Por Angelo Casadei *
Nacido en Berbeo, Santander, Colombia, el Misionero de la Consolata, Mons. Joaquín Humberto Pinzón, fue ordenado sacerdote el 7 de agosto de 1999 y nombrado obispo por el Papa Benedicto XVI el 20 de abril de 2013.
Mons. Joaquín, ¿qué significa el Vicariato de Puerto Leguízamo – Solano?
El Papa Francisco ha dicho que la Iglesia está presente en la Amazonía no para pasar, sino para quedarse, y por eso la existencia de este Vicariato debe ser un claro signo de esperanza y de cercanía a quienes viven en esta región de difícil acceso. Es un signo del compromiso de la Iglesia con los pueblos y comunidades que viven en este territorio.
¿Cuáles han sido las bendiciones de este servicio misionero?
Hay muchos signos de bendición en este viaje de ocho años. La primera gran bendición es la de poder contar con un grupo de misioneros con un corazón que ama la Amazonía y que está dispuesto a anunciar la Buena Nueva de Jesús a este pueblo, ofreciéndole lo mejor de sí mismo. Otra bendición es la de poder contar con animadores en las comunidades, laicos comprometidos que son un punto de apoyo, una presencia viva de la Iglesia en todo el territorio, incluso en las comunidades más alejadas. Sin su presencia, es difícil pensar en una acción evangelizadora que llegue a todas las comunidades.
Entrevista completa a Mons. Joaquín Humberto Pinzón:
El Vicariato de Puerto Leguizamo-Solano tiene una superficie de 64.000 kilómetros cuadrados, una población de 46.000 habitantes, de los cuales 36.000 son católicos.
* Padre Angelo Casadei, imc, es misionero italiano en Colombia.