Lo último que se pierde en Venezuela…

El optimismo es una característica del venezolano. Foto: Divulgación

A una semana de realizados los comicios electorales, los venezolanos hemos experimentado un revuelco de emociones. Y es que se pudo evidenciar que estas elecciones eran diferentes.

Por Damari Mujica *

Desde que comenzó todo el proceso, previo a la campaña, el corazón de muchos se encontraba estancado por las decepciones pasadas y por el cambio que sufrió la vida de cada persona y de cada familia en los últimos años, sea por la fractura social y migratoria, como por la resiliencia del que permanece dentro del país con la lucha diaria por la supervivencia y la búsqueda de una vida digna.

Las encuestas demostraron el interés por participar en este compromiso social, la participación superó el 54% en esta ocasión; durante la campaña otras encuestas ayudaron al pueblo a definir su voto: ¿a quién elegir? Porque existe una gran polarización en el País.

La realidad de cada venezolano fuera o dentro de Venezuela, ha evidenciado que los temas de la economía, la justicia, la equidad y otros superan el partidismo, y ha manifestado el deseo y la necesidad de una mejora, de un cambio en un País con tanta potencia humana y económica, esta reflexión corresponde a las últimas tres semanas previas a las elecciones presidenciales.

El optimismo por delante

El optimismo es una característica del venezolano, quien se resguarda en la esperanza, porque… “es lo último que se pierde”; en las largas colas de espera durante las elecciones del 28 de Julio, la esperanza era el tema de conversación de las personas que amanecieron en las afueras de los recintos. Después de varios años de abstención este año era diferente, la mayoría de la población se sintió motivada una vez más a salir a votar para elegir con optimismo. A pesar tener claro que la realidad era la falta de poderes independiente e imparciales, en el País se sintió la fuerza y se perdió el miedo.

La esperanza sobrepaso toda adversidad posible. Por eso el País entró en una parálisis. Al darse a conocer los “resultados” no hubo sector que celebrara, solo hubo silencio absoluto, la experiencia de un mal sueño, con la esperanza de despertar y de que lo visto y escuchado fuese una pesadilla. Una diversidad de sentimientos surgía en cada persona yendo desde el silencio a la incertidumbre, desde la paciencia a la desesperación.

La población trata todavía de comprender lo que paso y está por acontecer. Con iniciativa se comienza a manifestar su deseo expresado en el voto.

Ya han pasado 10 días de las votaciones y ha sido lento retomar la normalidad en todos los ámbitos. Han sido días de manifestaciones pacíficas interrumpidas por la represión y el caos. Quienes han salido lo han hecho por voluntad propia, empujados por el descontento, pero con esperanza. Se han manifestado ya que los resultados no son los que, en cada casa, en cada familia y/o comunidad se esperaba ante la necesidad por el sustento o en cada hospital ante la impotencia al tratar de salvar la vida de algún familiar por falta de insumos.

Es difícil entender qué pasa o qué pasara. Los medios de comunicación son limitados, sin embargo, la gente trata de mantenerse informada ante todo lo que acontece, y evita caer en el desánimo. Esperanzados con los gestos expresados en varios comunicados oficiales como del Centro Carter que aclara que el descontento no es invento, es una realidad clara por la pérdida de la democracia.

Haciendo un recorrido por las calles de las ciudades, se puede encontrar un sentir, los de un lado no alardean mucho porque tal vez no tienen de qué, los que se han sentido ultrajados en su voto, se muestran descontentos y se refugian por miedo a las represalias que se han suscitado desde siempre por pensar distinto. Y una gran mayoría, a pesar de todo, se mantienen sin miedo y animados a continuar luchando y refugiados para no perder la fe.

Aún se respira Esperanza, el venezolano ha demostrado su capacidad de mantenerse animado y el toque secreto es la fe como la de Pablo “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filp. 4,13). Lo demostrado hace 10 días ha sido épico en este País.

* Damari Mujica, LMC, Venezuela.

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