La Justicia, Paz e Integridad de la Creación – JPIC – es parte de los diversos y diferentes carismas de las comunidades religiosas, es por esto que varias de ellas tienen constituidas dentro de su estructura general y provincial las oficinas de JPIC. De igual forma las Diócesis tienen las oficinas de Pastoral Social o Cáritas que se preocupan de las necesidades que tiene el pueblo de Dios asignado a su cuidado.
Por Manuel Vargas *
Hagamos un recorrido por la historia, carisma, prejuicios y retos de la Justicia, Paz e Integridad de la Creación – JPIC.
HISTORIA
Tomando como referencia el documento llamado “Orientaciones para la animación de JPIC 2009 de los Franciscanos” (OFM), se ilustra que los valores de la JPIC, es decir, que los valores de la justicia, la paz y el cuidado de la creación tienen soporte bíblico. En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaban el mensaje de Yahvé, denunciaban y consolaban al pueblo de Dios por las injusticias que padecían. En el Nuevo Testamento, los valores JPIC tienen su sustento en Jesús y su anuncio del Reino (Rom 14,17).
En el Magisterio de la Iglesia, la JPIC tiene su fundamentación en la encíclica social del Papa León XIII denominada Rerum Novarum promulgada el 15 de mayo de 1891. Luego, el Concilio Vaticano II especialmente por medio de la constitución pastoral Gaudium et Spes expresa que la misión de la Iglesia está conectada con las dimensiones políticas, sociales y económicas de la sociedad (GS 1). Luego del Concilio Vaticano II se han desarrollado sínodos, encíclicas sociales, documentos episcopales con especial preocupación por el desarrollo integral de los pueblos.
El Papa Pablo VI instituyó en enero de 1967 la Comisión Pontifica “IUSTITIA ET PAX”, tal y como lo había deseado la GS 90: cuya misión es “mantener abiertos los ojos de la Iglesia, el corazón sensible y la mano pronta para la obra de caridad que está llamada a realizar con el mundo, con objeto de promover el progreso de los pueblos más pobres y favorecer la justicia social entre las naciones.” Actualmente la Comisión Pontificia de Justicia y Paz tiene una nueva denominación desde el año 2016 y es: “El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.”
CARISMA
La espiritualidad de la JPIC es parte de los diversos y diferentes carismas de las comunidades religiosas, es por esto que varias de ellas tienen constituidas dentro de su estructura general y provincial las oficinas de JPIC. De igual forma las Diócesis tienen las oficinas de Pastoral Social o Cáritas que se preocupan de las necesidades que tiene el pueblo de Dios asignado a su cuidado.
Los fundadores de las comunidades religiosas en su espiritualidad carismática han tenido en cuenta de forma directa o indirecta los valores de la JPIC, por ejemplo, San Francisco de Asís tuvo profunda preocupación por los pobres y el cuidado de la creación.
Una voz actual que ha sonado con fuerza de la importancia de la JPIC en la vida religiosa o eclesial ha sido proclamada por el entonces Ministro General de los Franciscanos (OFM) Fray José Rodríguez Carballo en el Congreso Europeo de Animadores JPIC de Polonia el 29 de abril de 2010 donde afirmó que “los valores de justicia, paz e integridad de la creación…forman parte de los que bien podríamos llamar nuestro ADN”[1].
Por su parte los Franciscanos Capuchinos (OFM Cap.), consideran que “la JPIC es un recordatorio de la voz de quienes no son escuchados, y de que queremos velar por los que sufren injusticias, trabajar por la paz como hijos de Dios, cuidar de nuestro mundo y de nuestros hermanos de la explotación injusta a causa de los poderes económicos”.
PREJUICIOS
La Iglesia tiene como fundamento las enseñanzas de Jesucristo, y esto implica seguir las que se basan en el amor a Dios y al prójimo como así mismo, esto significa que todo cristiano debe preocuparse por las necesidades espirituales y materiales de su prójimo (Mt 22,37-39; Lc 4,18), es por esto que a lo largo de la historia muchos cristianos que se han preocupado por el bien común, por asegurar las necesidades básicas del ser humano, la defensa de los derechos humanos y el cuidado de la creación.
Desafortunadamente estamos en un mundo polarizado donde se clasifica o etiqueta a un grupo como de derecha y a otro grupo como de izquierda, esto lo explica la teóloga Ivone Gebara recurriendo a la historia a través de la siguiente reseña: “La oposición entre derecha e izquierda que de manera inmediata se nos aparece tiene una historia que data de la Revolución Francesa (1789) y después, en el Imperio de Napoleón Bonaparte, cuando los miembros de la Asamblea Nacional de Francia se dividían entre partidarios del rey y de la religión a la derecha y los simpatizantes de las ideas de la Revolución a la izquierda”.
Lo anterior se ha ido reflejando en posturas socio-políticas en nuestros días como bloque comunista (izquierda-progresistas) y bloque capitalista (derecha-conservacionista). Desafortunadamente cuando una persona o un cristiano partiendo de las enseñanzas de Jesucristo se empeñan en velar por derechos fundamentales de los excluidos y de la creación, se le etiqueta como una persona romántica o de izquierda (revolucionaria). Es cierto que con el nacimiento de la Teología de la Liberación algunos cristianos la mal interpretaron y se desviaron del plan salvífico de Jesucristo empuñando las armas para enrolarse en las guerrillas comunistas o socialistas latinoamericanas con el supuesto fin de acabar por medio de la violencia las injusticas del pueblo.
Afortunadamente la mayoría de los cristianos no han recurrido a las armas o a la violencia para “cambiar el mundo”, más bien, han construido la “civilización del amor” por medio de la no violencia como por ejemplo San Oscar Arnulfo Romero, más conocido como San Romero de América, que sin emplear ningún tipo de violencia protegió a los más oprimidos de la dictadura de ese entonces. Otros personajes que defendieron los derechos de los marginados sin recurrir a ninguna corriente socio-política fueron: Monseñor Gerardo Valencia Cano, defensor de los negros; Monseñor Leonidas Proaño y Monseñor Alejandro Labaka, defensores de los indígenas en Ecuador; Monseñor Hélder Cámara, defensor de los oprimidos durante la dictadura brasileña: entre otros.
Por lo tanto, los cristianos que defienden los valores de la justicia, la paz y el cuidado de la creación, son personas pacíficas, centradas en el proyecto de Jesucristo, con solidez contemplativa y espiritual, proactivas, con pensamiento crítico, propositivas, con gran sentido de empatía, con la capacidad de entusiasmarse por construir día a día y desde la cotidianidad un “nuevo cielo y una “nueva tierra”.
RETOS
Actualmente la JPIC por medio del Papa Francisco y con la encíclica Laudato Si, coloca a todos los cristianos algunas tareas para apostarle a cuidar la creación de forma integral, es decir, integrar y salvaguardar lo social, lo político, lo cultural, lo ambiental, lo económico desde el ángulo de la defensa de la vida ya que todo está ligado, desde lo holístico porque todo está interconectado.
Los actores de la JPIC no son meramente ambientalistas, ni de la cultura verde, son personas amantes de la vida, del buen vivir, de la inclusión, de la espiritualidad basada en el Dios de la vida y generador de vida, amantes de la justicia social y ambiental, del desarrollo sostenible y amantes de asegurarle a las actuales y a las próximas generaciones condiciones vitales con las cuales puedan asegurar su supervivencia y disfrutar de una buena calidad de vida.
Es primordial, visibilizar el trabajo de la JPIC en las diferentes pastorales, si bien es cierto que muchas pastorales están imbuidas en los valores JPIC, creo que es necesario visibilizar la espiritualidad de la JPIC fundando y fortaleciendo las comisiones de JPIC en cada provincia y custodia, en cada fraternidad, en cada parroquia y obra social.
También se propone fortalecer la formación inicial y permanente para que los religiosos puedan tomar consciencia de la importancia de vivenciar los valores de la justicia, la paz y el cuidado de la creación.
Por último, se le da la importancia a modo de reto a la espiritualidad de la JPIC en las dimensiones de la vida religiosa como la formación, la espiritualidad, la economía, la pastoral y la misión. Los valores de la JPIC deben ser trasversales a la dinámica de la vivencia y operatividad de las diferentes magnitudes del ser y el quehacer de la vida religiosa y eclesial. Paz y bien.
* Fray Manuel Alfonso Vargas Reales, OFM Cap., es misionero en Guinea Ecuatorial.
[1] www.frayhenrimorales.com/single-post/LA-JPIC-EL ADN-DE-NUESTRA-ESPIRITUALIDAD-FRANCISCANA