El desarrollo de la misión Ad Gentes en el Beato José Allamano no fue fruto de improvisación, sino resultado de conjunto de muchos elementos. Tuvo que superar muchas dificultades e incongruencias de su tiempo, pero tenía la mirada alzada en Jesucristo quien invita a sus discípulos de cada generación a trascender las propias fronteras para pregonar la novedad que se da en Él.
Por Lawrence Ssimbwa *
La misión en salida siempre obedece al mandato misionero de Jesucristo: “Vayan a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que les he mandado” (Mt 28, 19-20). El Resucitado antes de su ascensión, envió a sus apóstoles a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes de manera que la fe en Él se difundiera en cada rincón de la tierra. Desde el tiempo de los apóstoles hasta nuestra generación, se ha venido teniendo en cuenta esa invitación de trascender las propias fronteras con el fin de que otros pueblos y culturas conocieran al Salvador del mundo y su mensaje salvífico.
El beato José Allamano, discípulo fiel del Señor desde la edad temprana quiso responder a ese llamado misionero de Jesucristo. Desde su vocación presbiteral supo que le incumbía a la Iglesia entera la tarea de evangelización y tenía claro la preocupación que el mismo apóstol de los gentiles tenia: “¿Cómo predicarán si no son enviados?” (Rom 10,15). De igual manera, el fundador de los misioneros y misioneras de la Consolata tenía la certeza de que, la Iglesia en todo tiempo es misionera y la evangelización constituye su propia identidad. Esa convicción acompañada por la fe solida, fundamentó el desarrollo de la idea de la misión en salida de José Allamano.
A continuación, se presentan los aspectos que, en una u otra forma, influenciaron el desarrollo de la idea de misión en salida en José Allamano.
EL AMOR INQUEBRANTABLE A JESUCRISTO
El beato José Allamano amó profundamente a Jesucristo. Toda su vida era testimonio de la presencia de Jesucristo en él. El amor al Salvador del mundo le llevó a ensanchar su mirada hacia otros horizontes fuera de su patria e Iglesia local. El amor inconmovible a Jesús hizo que pensara en la evangelización de los pueblos periféricos del mundo. La confianza puesta en Jesús le lanzó a superar muchos desafíos y dificultades que se presentaron en el camino antes de la fundación de los dos institutos exclusivamente misioneros. Su vida entera era manifestación de la entrega a Jesús: la santidad de vida, la paternidad para con los misioneros y misioneras, la vida de oración, el amor y entrega a la Virgen Consolata, entre otros. La misión en salida que caracterizó la vida del Beato José Allamano fue resultado de la convicción del mandato misionero que hizo Jesús a sus apóstoles y sigue dando a sus discípulos de cada generación. Por el amor a Jesucristo, se hizo instrumento idóneo para la propagación de su mensaje salvífico y consolador a otros pueblos y culturas más allá de la propia patria y circunscripción eclesial.
EL DESPERTAR MISIONERO
José Allamano nació en una época cuando la misión Ad-gentes volvía a aparecer con mucha esperanza tanto en Italia como en el resto de Europa. Es importante recordar que desde 1750 hasta las primeras décadas del siglo XIX, la misión evangelizadora de la Iglesia tuvo un momento desolador de la historia. Durante esa época, se presentaron fenómenos como la supresión de órdenes religiosas como la Compañía de Jesús, la revolución francesa, el empobrecimiento del clero, entre otros.
Esos acontecimientos no dejaron de causar impactos negativos a las misiones y a la misión evangelizadora de la Iglesia. Sin embargo, en el segundo cuarto del siglo XIX surgió una actividad misionera en el “contexto de revitalización religiosa” (Luis Augusto Castro, Padre y Maestro de misioneros, p. 18).
El florecimiento del espíritu misionero se debía, por una parte, al gran espíritu de restauración cuyo motivo era restaurar las cosas después de los daños causados por la revolución francesa. Por otra parte, se debía al romanticismo religioso-misionero cuyo fin era suscitar la nostalgia por los valores cristianos olvidados, teniendo en cuenta la religión y la cultura.
El romanticismo actuó como estimulante de la conciencia de la misión civilizadora, de la cual los países europeos se sentían investidos para con los pueblos asiáticos, latinoamericanos y africanos. Asimismo, el interés de los países colonizadores europeos por África y Asia coincidió con el despertar misionero donde, ante todo, Propaganda Fide había eliminado la dependencia del Patronato misionero a fin de que recondujera la actividad misionera a su base puramente espiritual.
Así que, cuando nació el beato José Allamano había un fuerte despertar misionero, es decir, se evidenciaba en todas las dimensiones de la vida eclesial un fuerte ambiente de misionariedad. Además, Propagada Fide había retomado la dirección de la evangelización en los países de misión. Es importante notar que Napoleón Bonaparte la había abolido en 1798 considerándola como una institución que tenía que desaparecer del mapa, pues según él era absolutamente inútil. Se tuvo que esperar hasta 1817 cuando la abrió otra vez el papa Pio VII.
En ese momento de florecimiento del espíritu misionero nacían en Italia institutos específicamente misioneros como PIME (Pontificio Instituto para las misiones extranjeras de Milán), los Combonianos, los Josefinos; en otros países europeos también nacían o habían nacido congregaciones como los Padres Blancos, Padres del Espíritu Santo, Oblatos de María Inmaculada, Sociedad para las misiones extranjeras de París, entre otros. Eran Institutos misioneros que se dedicaban a la propagación del Evangelio fuera de sus propias fronteras y ambientes.
De ahí podemos colegir que desde la infancia del Beato José Allamano, el ambiente eclesial se encontraba fuertemente impregnado del espíritu de la misión en salida. Ese espíritu misionero que se había difundido por su diócesis natal influyó profundamente la formación de la misión Ad Gentes en él y creó las premisas para la futura fundación.
(Mire aquí la parte 2)
* P. Lawrence Ssimbwa, imc, es misionero en Buenaventura (Colombia)