¿De qué se habla en un congreso eucarístico? Esta fue una de las preguntas que me motivó a participar en este evento. Jesús es quien genera las inquietudes y es en Él mismo que encontramos las respuestas.
La adoración al Sacramento del Altar se convierte en reflexión y acción de fraternidad y compartir la mesa expresa lo más autentico del ser humano: la solidaridad.
Por Oscar Javier Medina *
La ciudad de Quito, Ecuador, durante los días 8 al 15 de septiembre ha sido centro eucarístico universal. La latitud cero acogió el 53° Congreso Eucarístico Internacional con el lema: “fraternidad para sanar el mundo”. Este evento eclesial es organizado cada cuatro años. El último de ellos fue acogido por la perla del Danubio, Budapest (Hungría) en 2021. Esta vez Latinoamérica ha sido privilegiada, escogiéndose a Ecuador, que conmemora los 150 años de consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Esta nueva cita alrededor de la Eucaristía continua fielmente la tradición iniciada en Lille (Francia), en el año 1881 con la celebración del primer Congreso Eucarístico. América Latina ha hospedado cuatro congresos internacionales: Bueno Aires (1934), Rio de Janeiro (1955), Bogotá (1968), el cual contó con la presencia del Papa San Pablo VI y Guadalajara (2004). Este evento eucarístico también ha llegado al África con un congreso realizado en Nairobi (1985), y varios en Asia y Oceanía, lo cual denota el esfuerzo de la Iglesia Católica para hacer que el congreso, expresión de amor a la eucaristía, sea verdaderamente universal.
El centro del mundo ha irradiado la fraternidad que nace en la Eucaristía, gracias a la motivación propuesta por el Papa Francisco para este 53° Congreso Internacional, quien inspirándose en Mt 23, 8: “Ustedes son todos hermanos”, quiere seguir llamando al mundo a la fraternidad universal. Este es el grito que se ha escuchado desde Quito, y desde esa latitud para que llegara a cada rincón del orbe. La Cordillera de los Andes ha sido ese altar sobre el cual, Cristo Pan de Vida y bebida de salvación, se ha ofrecido como alimento para todos aquellos hambrientos y sedientos de fraternidad, equidad y justicia, como se acentúa en el documento base:
“El contexto de este Congreso Eucarístico expresa la urgencia de fraternidad para sanar el mundo. Distintos países latinoamericanos y de otros continentes sufren en su interior quiebres sociopolíticos. Manifestaciones populares que rechazan un sistema económico cada vez más inequitativo donde crece la pobreza y la injusticia, se dan cita constantemente. Europa se ha visto remecida por una guerra a sus puertas, recordando el horror vivido en el siglo XX con las grandes guerras mundiales y la división de Occidente en dos grandes bloques con su distinta visión de sociedad. De Medio Oriente llegan noticias de creciente tensión y violencia sostenida y, de África, junto con la pobreza allí enquistada, no dejan de zarpar barcas llenas de migrantes que buscan refugio en un mundo mejor.” (Fraternidad para sanar el mundo, documento base 53° Congreso Eucarístico Internacional. P. 6-7)
De este modo, el programa propuesto para el desarrollo del Congreso respondió a ese llamado del Papa Francisco subdividiendo la semana en cuatro grandes ejes temáticos: El mundo herido; Fraternidad redimida en Cristo; Eucaristía y transfiguración del mundo; Por una Iglesia sinodal; y Eucaristía: Salmo de fraternidad. Cada uno de estos ejes fue subdividido entre conferencias puntuales y testimonios. Entre los conferencistas y testigos hubo obispos, sacerdotes, religiosas y laicos. Vale la pena evidenciar la presencia de Mons. Hryhoriy Komar, Obispo Auxiliar de Sambir en Ucrania, quien desde su pastoreo en medio de la guerra nos recuerda que “vivir en un mundo guiado por el mensaje de Cristo es la clave para que la maldad no triunfe sobre el bien. Su mensaje nos invita a mantenernos firmes en la fe, incluso en los momentos más oscuros, sabiendo que el amor y la verdad prevalecerán”. Otra presencia muy esperada entre todos los participantes fue la de Mons. José Ignacio Munilla, teólogo y gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús, quien basó su tesis en las lecciones del Corazón de Jesús, invitando a los congresistas a ir a su escuela: 1) Purificar el corazón 2) Buscar la gloria de Dios, no la vanagloria 3) La corrección fraterna 4) Romper la dinámica del desamor 5) No equivocarse de enemigo 6) Hacerse pequeños.
Entre los religiosos destacamos la conferencia y testimonio de vida de la Hna. Daniela Cannavina, secretaria general de la CLAR, quien orientó su ponencia a través de la fraternura, aseguró que la Iglesia necesita urgentemente de fraternidad y ternura. El punto de partida o génesis de nuestra fraternidad es el encuentro de fe con Jesús de Nazaret. El punto de conversión o metanoia de nuestra fraternidad es la Eucaristía. Ahí, el amor sin límites y sin condiciones de Jesús se hace epifanía de comunión, de participación y de inclusión. El punto de llegada de una fraternidad redimida es la trasfiguración del mundo herido con la revolución de la ternura de Jesús. Sólo la luz eucarística hace que las diversidades fraternas se conviertan en fortalezas y no en amenazas. Entonces, el desafío es creer y crear comunidades de hermanos y hermanas redimidas en Cristo que sean más humanas, más horizontales, más eucaristizadas, con sabor a Evangelio y a Eucaristía.
Uno de los ejes temáticos del Congreso fue “Por una Iglesia sinodal” y efectivamente esta fue una de las grandes fortalezas de este acontecimiento eucarístico. El espacio y tiempos dedicados a los laicos fue remarcable sea como conferencistas, testimonios, logística, animación, etc. Destacamos la presencia de la Sra. Margaret Felker, Co-fundadora y Co-directora de David’s Educational Opportunity Fund (DEOF), quien perdió a su único hijo en Ecuador. Esta tragedia se convirtió, como bien dijo ella de misterios dolorosos a misterios gloriosos. El sufrir se transfiguró en dicha gracias a su fundación para la educación de jóvenes pobres y vulnerados del Ecuador. Además de ella dos matrimonios, uno italiano miembros de la Operación Mato Grosso con su obra social juvenil en Ecuador y uno suizo, comprometidos en el proceso sinodal de su país.
Junto a las anteriores reseñas evidenciamos también la presencia del Cardenal Mons. Baltazar Porras, obispo emérito de Caracas y legado pontificio del Papa Francisco para el 53 Congreso Eucarístico Internacional, Mons. Mauro Gambetti, OFM, Vicario General del Estado Vaticano, y Mons. Gregorio Rosa, arzobispo de San Salvador, sucesor de San Oscar Romero, junto a ellos, Mons. Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y Presidente del CELAM; Mons. Francisco Ozoria, Arzobispo de Santo Domingo y Primado de América; Mons. Graziano Borgonovo, subsecretario del dicasterio para la evangelización; Mons. Rafael Cob, obispo de Puyo y Presidente de REPAM; Mons. Bienvenu Manamika, obispo de Brazzaville (Congo); Mons. Víctor Corral, obispo emérito de Riobamba y sucesor de Mons. Leonidas Proaño, quien en un saludo fraterno expresó: “Quiero mucho a los misioneros de la Consolata”. Junto a estos pastores de la Iglesia es deber reconocer el gran esfuerzo y dedicación del arzobispo de Quito Mons. Alfredo José Espinosa, SDB, quien junto a un gran equipo de colaboradores hicieron posible este Congreso Eucarístico.
Entre los laicos, algunos de los nombres que traemos a la memoria como protagonistas del congreso es el del Dr. Rodrigo Guerra, secretario de la pontificia comisión para América Latina; el Lic. Pabel Muñoz, alcalde metropolitano de Quito; la Sra. Leyden Rovelo, del secretariado hispano y migraciones de la Conferencia Episcopal USA; Juan Manuel Cotelo, guionista y director de cine español; la religiosa contemplativa Verónica de la Santa Faz y el cantante argentino de música religiosa católica Pablo Martínez quien aseguró que “la música puede servirnos hoy de termómetro para ver lo que pasa; la música que se escucha hoy en el mundo refleja la decadencia moral que vivimos en nuestras sociedades. Hoy mucha de la música que consumen nuestros adolescentes es una verdadera pornografía auditiva”. Además, expresó que la música “es mucho más que un instrumento o un recurso, es un lenguaje para hablar con Dios… La Eucaristía es el canto nuevo, El mejor canto que podemos componer, la canción más bonita que podemos hacer es aquella que vivimos”.
La semana del 8 al 15 de septiembre de 2024 vivida en Quito quedará en la mente y el corazón de muchos. Tanto en los participantes como en aquellos que por distintas circunstancias de la vida tuvieron que ver con el Congreso, como el taxita que llevándome hasta el terminal de transportes me preguntó: ¿Y qué es eso de la eucaristía?… y a partir de ellos surgió un dialogo esperanzador: fraternidad para sanar el mundo. Y me hizo recordar aquel pasaje del nuevo testamento donde el eunuco le dice a Felipe: “¿Y cómo voy a entender sino hay quien me lo explique? (Hechos 8, 26-39).
En la eucaristía de clausura presidida por el Card. Porras, legado pontifico, aseguró que “la fraternidad es el lazo de unión entre los seres humanos como expresión de una idéntica filiación, en el respeto a la dignidad de la persona, la igualdad de derechos y la solidaridad de unos hacia los otros; de una radical familiaridad con paternidad creadora y maternidad consoladora. Para los cristianos, la fraternidad no es una opción que puede o no tomarse. Es consustancial a la fe cristiana y, además, un imperativo evangélico”. Finalmente, por mandato del Papa Francisco, dio cita al próximo Congreso Eucarístico en la ciudad australiana de Sidney en 2028, con motivo del centenario del primer congreso celebrado en esa latitud.
See you to Sydney!
* Padre Oscar Javier Medina, IMC, Participante al 53 Congreso Eucarístico Internacional.