Los Misioneros de la Consolata celebraron su XIV Capítulo General del 22 de mayo al 24 de junio. Publicamos el Mensaje publicado al final de los trabajos.
MENSAJE FINAL
Gratitud, pasión y esperanza
Treinta y tres días vividos juntos, ¡un solo cuerpo! Misioneros venidos de los distintos lugares de la Misión, empeñados en conocerse, a través de sus historias personales y de las de los muchos que representaban, compartiendo los caminos hermosos y los que todavía les desafían a ir “más allá”.
La diversidad de procedencias, sin embargo, pronto dio paso a la capacidad de reconocerse, todos, Misioneros de la Consolata.
Sí, fue fácil reconocerse y decirse que somos hermanos, más allá de las diferencias: hermanos en la inspiradora, nuestra Madre Consolata; hermanos en el inspirador, nuestro Padre y Fundador, el beato José Allamano; hermanos en la inspiración, el carisma ad gentes, novedad que nunca desvanece.
El Capítulo, de hecho, quiso confirmar una vez más la elección de la misión ad gentes, en su especificidad y en la múltiple fantasía del amor que se dona.
Ad gentes, que en estos días hemos recibido con emoción de las palabras y del testimonio de quienes, entre lágrimas, nos hablaban de su gente en Venezuela que no tiene lo que comer, o de quienes en el Congo, Mozambique y Ucrania siguen muriendo y sufriendo la violencia a causa de guerras cuyo final nunca se vislumbra. De los que, refugiados, llegan a Marruecos cansados, heridos y exhaustos tras un largo viaje.
Y, como estos, tantos otros sufrimientos en las realidades donde estamos presentes, siendo llamados a detenernos para escuchar, a sentarnos al lado, a servir con sencillez y a ser presencia que anuncia a Jesús con gestos de vida, con la escucha y la palabra.
Varias veces nos hemos dicho que también debemos “cuidar” a cada misionero a lo largo de su vida con un proyecto de formación continua. Necesitamos ayudar a cada uno a caminar hacia su plenitud de vida y donación, partiendo de una relación viva con Cristo, para “ser” antes que “hacer”, donde santidad y misión se unen y expresan nuestra identidad y carisma.
Con gratitud, hemos vuelto la mirada al pasado de nuestra vida y de nuestra historia escrita con la entrega y el sacrificio de tantos de nuestros cohermanos y de quienes hoy siguen siendo para nosotros estímulo y ejemplo “completando en la carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo para el bien de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24).
Con ustedes, miramos al presente con pasión y con esa alegría en la que el Papa nos ha pedido que caminemos, en comunidades llamadas a estar “en salida” y en medio del pueblo con la fuerza de nuestro carisma y la riqueza de nuestras culturas, y en comunión con las Misioneras de la Consolata y los Laicos.
Miramos también al futuro con la esperanza de ver a tantos jóvenes dispuestos a dar su vida por el anuncio del Evangelio, y a tantos otros a los que queremos cuidar en el servicio pastoral y en la animación misionera y vocacional.
La solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista, el precursor, es una ocasión propicia para concluir este nuestro XIV Capítulo General. Con él y como él acogemos el Evangelio porque anhelamos justicia y libertad. Con él y como él no nos ponemos como ejemplo perfecto a seguir, sino que permanecemos abiertos al futuro, apuntando a él: Jesucristo.
Roma, 24 de junio de 2023
Los Capitulares