Perú: I Asamblea de pueblos originarios

Representantes de pueblos originarios de la Amazonía peruana, junto a misioneros y misioneras, se reunieron en la Primera Asamblea de los Pueblos Originarios, que busca fortalecer el diálogo intercultural, caminar juntos hacia el monifue vida, para el “Buen Vivir” y construir una Iglesia más cercana a las realidades de los pueblos indígenas.

Por José Fernando Flórez Arias *

La Amazonía peruana tiene 51 pueblos originarios, de los cuales nueve se encuentran en el Vicariato San José del Amazonas; Iglesia particular que a lo largo de sus años viene caminando y navegando junto a pueblos indígenas, como es el caso del Juan Marcos Coquinche Mercier, quien años atrás se insertó en la cultura Naporuna. 

El Sínodo Amazónico celebrado en el año 2019 propone a la Iglesia católica nuevos caminos para relacionarse con el territorio, las culturas y la vida; bajo la máxima del papa Francisco pronunciada en Puerto Maldonado, cuando dijo a los pueblos originarios “ayuden a sus misioneros hacerse uno con ustedes”.

Todo esto implica que las Iglesias locales reflexionen, para ver la pertinencia en el aquí y en el ahora, del cómo caminar juntos con estos pueblos.

Al sentir que el plan pastoral del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas se quedaba corto frente a la opción indígena; representantes de seis puestos de misión que comparten sus vidas directamente con pueblos nativos, y algunos administrativos;  se reunieron a fin de compartir preocupaciones comunes que apuntaban al cómo en ésta Iglesia particular se podía hacer una opción preferencial por los pueblos indígenas, siendo  conscientes que ello requiere una conversión de formas, métodos, tiempos, ritmos, lenguaje y espiritualidad.

Se consolida entonces la propuesta de realizar la primera Asamblea de los Pueblos Originarios junto a misioneros y misioneras que libremente desean ser parte de este proceso: sentir, aprender, caminar con ellos, juntos en la construcción del buen vivir-buen convivir desde la gratuidad y la interculturalidad.

Junto a estos seis puestos de misión, el Vicariato -como institución- se suma, asesorados de abuelos y abuelas del territorio se pone esa palabra para hacerla amanecer.

Así fue, en el Poblado de Angoteros del 27 de junio al 1 de julio de 2024, se dieron cita tanto representantes de los pueblos Tikuna, Arabela, Murui-Uitoto, Yagua, Secoya, Bora, Maijuna, Okaina, Kichwa; como también misioneros, misioneras y algunas instituciones que desean seguir puliendo sus remos para navegar mejor junto a ellos.  La finalidad, no fue otra más que la de propiciar un espacio de diálogo entre culturas desde y hacia el buen vivir, que permitiera conocernos, valorarnos y caminar juntos. Esta intuición discernida en equipo se entrega a los Pueblos, para que sean ellos quienes siembren desde su sabiduría palabra de vida.

En lengua m+n+ka, el termino monifue significa abundancia y esta primera asamblea representa precisamente eso, como cosecha de esa gran chagra sembrada desde la diversidad que en ningún momento representó amenaza sino promesa. Monifue que se puede ver reflejada entre otras, en estos cuatro aspectos a resaltar.

1. No hay que esperar que los procesos lleguen de arriba hacia abajo. Los procesos llegan de necesidades cotidianas que palpan con más veracidad quienes las padecen. De allí que desde abajo se vienen jalonando procesos válidos que complementan las directrices institucionales sin perder la unidad y sin caer en la uniformidad.

2. La opción indígena va aliada a la opción de romper fronteras… fronteras geografías, fronteras territoriales, fronteras existenciales. Solos y divididos no podemos. Fue significativo ver Kichwas ecuatorianos y Kichwas peruanos… ver Murui de Colombia y ver Murui -Uitoto- de Perú.  Los Estados Nación quisieron dividir, pero no pudieron romper la Espiritualidad de un mismo Pueblo. Y ello es un llamado de atención a las Iglesias hermanas a caminar juntas, a encontrarse, a reconocerse.

3. La Opción Indígena no se realiza desde el protagonismo; hacerlo, lleva a nuevos colonialismos en donde utilizamos al otro para crecer nosotros… no… aquí más bien habría que acoger la espiritualidad de Juan Bautista según la cual era necesario que Él (el maestro) creciera y que él (Juan) empequeñeciera. Los misioneros deberían sentirse como Juan para que vieran a los pueblos como Maestros de sabiduría.

4. Más que estar, es saber estar. Se dijo de muchas maneras que el territorio necesitaba de misioneros y misioneras alegres, abiertos a la escucha, a la palabra, al misterio para que juntos-juntas conociéndose, puedan juntos-juntas- proteger, defender y generar vida, no cualquier vida sino monifue vida (vida en abundancia).

Padre José Fernando Flórez Arias, IMC, misionero de la Consolata en la Amanzonía.

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