
Esta reflexión es el resultado de la experiencia vivida por el cardenal Giorgio Marengo, misionero de la Consolata, con el pueblo mongol.
Por Giorgio Marengo, IMC
Nacido en Cuneo el 7 de junio de 1974, creció en Turín, donde asistió a la escuela secundaria clásica Cavour, al final de la cual realizó el curso de formación sacerdotal en el Instituto de los Misioneros de la Consolata. De 1993 a 1995 estudió Filosofía en la Facultad Teológica del Norte de Italia y de 1996 a 1999 Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma). Luego completó sus estudios en la Pontificia Universidad Urbaniana, obteniendo una Licenciatura (2002) y un Doctorado (2016) en Misionología. Hizo su profesión perpetua el 24 de junio de 2000 como miembro del Instituto y fue ordenado sacerdote el 26 de mayo de 2001. Después de su ordenación sacerdotal, en 2003 ejerció su ministerio pastoral en Mongolia en Arvaikheer, donde fue párroco de María Madre de la Misericordia y desde 2016 Consejero Regional de Asia para Mongolia. El 2 de abril de 2020, el Papa Francisco lo nombró prefecto apostólico de Ulán Bator y obispo titular de Castra Severiana. El 8 de agosto fue consagrado obispo en Turín, en el Santuario de la Consolata, por el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, creado cardenal el 27 de agosto de 2022.
Una linda experiencia de inculturación del carisma en nuestro apostolado. Buen provecho.
(Padre Piero Trabucco, IMC, Casa Natal de Allamano)