Carta de solidaridad

 “Muchas personas consagradas gastaron sus energías y buena parte de sus vidas por el Reino de Dios en la Amazonia. La vida consagrada, capaz de diálogo, de síntesis, de encarnación y de profecía, tiene un lugar especial en esta configuración plural y armoniosa de la Iglesia amazónica” (QA 95).

A los misioneros y misioneras de la Consolata que trabajan en la Pan-Amazonía y en otras presencias con pueblos indígenas. Paz y consolación.

En este momento en que la pandemia de Covid-19 está golpeando el mundo, causando pérdidas y sufrimientos en las comunidades indígenas y poblaciones de la Amazonía, queremos expresar nuestra solidaridad y apoyo al su testimonio. Esta crisis ha tornado aún más evidente la situación de abandono, exclusión y amenazas que estos pueblos han venido sufriendo. La humilde, evangélica y solidaria presencia de ustedes en medio de ellos es señal de consolación y profecía. Es digno de elogio que ustedes se hayan mantenido firmes en compartir sus sufrimientos y alegrías. Incluso cuando los recursos no son suficientes, y los misioneros y misioneras son pocos, la presencia de ustedes, hecha de pequeños gestos en favor de la vida, revela la misericordia de Dios. Muchas gracias por su generosidad y donación.

También reconocemos que su testimonio nos hace más fieles a nuestro carisma ad gentes por medio de la opción evangélica por los Pueblos Indígenas y la Amazonía. A lo largo de los años, nuestros misioneros y misioneras han aprendido a caminar con los indígenas, campesinos, afrodescendientes, ribereños, inmigrantes y las periferias. Articulando y uniendo fuerzas con la Iglesia local, tejiendo red con otras congregaciones y organizaciones en el territorio, están comprometidos con una misión encarnada. Además, su participación en la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), desde sus orígenes, ha fortalecido la sinodalidad y la continentalidad.

En sintonía con el Proyecto Misionero Continental (IMC) y el camino de cada comunidad en los diferentes territorios como una única Región (MC), les animamos a intensificar los esfuerzos para implementar las propuestas en la Pastoral Indígena y en la realidad amazónica, como programado, siguiendo la coordinación de las comisiones.

El reciente Sínodo para la Amazonía fue una bendición para toda la Iglesia. El Documento Final y la Exhortación Apostólica “Querida Amazonía” del Papa Francisco, animan una misión cada vez más inculturada y encarnada. En espíritu sinodal, esperamos que todo este rico contenido se traduzca en frutos concretos de evangelización.

La bendición de la Madre Consolata, el espíritu del Padre Fundador, la protección de las Beatas Irene Stefani y Leonella Sgorbati y el coraje de los mártires de Argelia, les guíen siempre.

Con nuestra oración,

Roma, 20 de agosto de 2020