Seguramente les sorprenderá alguna palabra del titulo de este escrito. A mi mismo me generó dudas pero, al final, coloqué ese término Ukumarí, pues fue allí, en ese lugar, donde viví la experiencia que quiero narrar y que solo se entenderá a partir del lugar y los diferentes puntos de vista de los visitantes.
Por Leovilgildo Carlos *
El Bioparque Ukumarí, se encuentra en Pereira – Risaralda. Se dice que es “el más grande de su tipo en América Latina, con una extensión de 820.00 metros cuadros. Dentro de este espacio unas 45 hectáreas están dedicadas a varias atracciones, entre las cuales están: la integración del Zoológico Matecaña, un jardín botánico y una clínica veterinaria. Además, hay un museo antropológico y un museo de ciencias naturales, hay especies de África, Asia y América” afirma la cuenta oficial del Bioparque Ukumarí.
Interesante recorrido hicimos, acompañados por un guía turístico que nos fue llevando por tres categorías que componen el Ukumarí: África; Arca de Noé y Bosques andinos.
África en América
La primera categoría, África, en la que me ocuparé en el presente texto, narrando desde el punto de vista de un africano que caminó por cada una de muestras de fauna y flora africana en el Ukumarí.
Todo comienza cuando los integrantes de la Pastoral Afro de la diócesis de Buenaventura, junto con su obispo, y mi persona, hacemos la toma del Bioparque Ukumarí. Porqué digo toma? Ante la presencia de una cantidad de treinta y uno (31) negros, negreamos un espacio que estaba totalmente poseído de turistas blancos y mestizos, vibra en el bioparque al son de la marimba, bombo, cununo, guasa y al paso de currulao, con las voces de las cantaoras, para la sorpresa, admiración y curiosidad de los que no se venían con nosotros desde pacífico bonaverense. Pero consuelo y reconocimiento de aquellos animales que escuchaban los instrumentos africanos en tierra extranjera.
Aquí, empieza el momento impactante, en el que sin lugar a duda, puedo considerar el motivo del título del escrito; cuando entro en una reminiscencia histórica de la trata tras atlántica del siglo XVI, cuando los ancestros africanos forzosamente los embarcaban a un viaje condenado al no retorno a su patria madre. En Ukumarí, algo casi igual me atrevo a decir, está pasando en el bioparque, solo cambia es el tiempo y finalidad, aquellos animales allá, nunca habrían querido venirse a estar en estas tierras, pero están aquí porque el ser humano los ha secuestrado y montado en los barcos que ahora no los llamamos negreros, pero que hasta ahora no sé cómo designarlos.
Pasar por la memoria
El impacto causó en mí, de pronto no fue lo mismo que vivieron los demás integrantes de la pastoral afro, lagrimas que no pude derramar, Sin embargo, me vino a la mente, la memoria de lo que nos cuentan de lo sucedido desde el siglo XVI. En aquel entonces eran seres humanos africanos que llegaban al puerto caribeño de Cartagena de Indias, según la historia, puerta de entrada de los ancestros africanos, en la época del comercio de seres humanos.
Hoy, en estos últimos tiempos, son los animales, los mismos que, contradictoriamente, son más queridos como mascotas, por encima del mismo ser humano; ¿para qué o por qué los traerían: con fines de protección y coservación de la biodiversidad animal y brindarles mejores condiciones de vida, que nunca habrían tenido en África, o comerciales económicos, turísticos, etc.? Para colmo, una niña agente de pastoral afro bonaverense, desde su mirada del paisanismo llegó a decir a su tía: “estos animales son de África, el padre Leo, tiene que llevarlos a Buenaventura, porque él es el africano”. ¿Qué respuesta darían a esa niña? ayúdenme por favor,. No digo más porque no les quiero quitar el tiempo leyendo tantas páginas.
*Padre Leovilgildo Carlos Ussene, IMC, es Misionero de la Consolata en Colombia