Etiopía: mantener la esperanza y construir el futuro

23 noviembre, 2021

“Etiopía se encuentra hoy en una encrucijada y no sabemos qué dirección tomará”. La afirmación es del Obispo de Meki, Mons. Abraham Desta, que se encuentra en Roma por algunos compromisos y es huésped de la Casa General del Misioneros de la Consolata. En una entrevista, el obispo nos habla de la situación de su país, atormentado por un conflicto que dura desde ya hace más de un año, y del papel que podría desempeñar la Iglesia para devolver la esperanza y el futuro a la población.

Por Jaime C. Patias *

Preocupado, el Papa Francisco, tras el Ángelus del domingo 7 de noviembre, volvió a recordar el sufrimiento de Etiopía y rezó “por esos pueblos tan probados” y por la paz, “para que prevalezca la concordia fraterna y la vía pacífica del diálogo”.

En este sentido, Mons. Abraham valoró que “Etiopía se encuentra hoy en una encrucijada y no sabemos qué dirección tomará. Es un momento muy delicado en el que hay que rezar mucho, por la gente, por los que sufren, por los que mueren. No quiero señalar a nadie, pero en este momento no vamos en la dirección correcta. Hay que sentarse a dialogar, nadie debe quedar fuera, nadie debe ser perseguido. “No vamos a ninguna parte acusándonos los unos a los otros”, observa el jefe de la Iglesia local de Meki desde 2003.

Etiopía es un país con un gran patrimonio cultural de 115 millones de habitantes que se expresan en más de 80 lenguas. El obispo destaca esta riqueza y la capacidad que tienen de vivir en armonía. “Ahora bien, no puedo explicar qué es lo que ha fallado, pero hay algo que no funciona en nuestro país y en todo lo que está ocurriendo en la actualidad. Las personas implicadas deben ser capaces de detenerse a analizar el pasado, ver el presente y pensar en el futuro: para conseguir la paz y la armonía que pide el Papa, debemos comprometernos a eso. No seguir acusando a nadie más. Me resulta difícil entender todo lo que está pasando, pero es un hecho que la gente está sufriendo en todos los rincones del país”.

Trabajar y rezar juntos por la paz
100 años de presencia IMC en Etiopía en 2016. Misa presidida por el cardenal de Addis Abeba, Mons. Souraphiel Berhaneyesus y Mons. Abraham Desta, obispo de Meki. Foto: Archivo IMC

Por ello, Mons. Abraham insiste en el diálogo y la oración para que “la gente tenga sentido común y fe en Dios; sea capaz de decir basta a tanto sufrimiento y esté dispuesta a sentarse a hablar para comprometerse en la reconstrucción del país con la convicción de que para ello debemos cuidarnos los unos a los otros”. Mons. Abraham advierte: “Si no estamos dispuestos a pensar antes de hablar o de emprender cualquier acción, podemos correr el riesgo de tomar el camino equivocado en esta encrucijada tan fundamental de nuestra historia”.

Mons. Abraham recuerda que hoy, más que nunca, la Iglesia católica tiene el deber y la responsabilidad de anunciar el Evangelio de la paz, de ser un signo profético empeñándose a unir a las partes en conflicto. “Como Conferencia Episcopal, recordemos que estamos a favor de la justicia y la paz, y como líderes espirituales no podemos involucrarnos en asuntos políticos, y en cambio debemos ser neutrales para dialogar con todos y hacer lo posible por acercar a las partes en conflicto.”

Nacido en 1951 en Sebeya, región de Tigre, al norte de Etiopía, Mons. Abraham se formó en el seminario de Adigrat con los Misioneros de África (Padres Blancos), fue ordenado sacerdote en 1980 y continuó sus estudios primero en Irlanda y luego en Londres con los jesuitas. Obtuvo una licencia en teología dogmática y diplomas en desarrollo comunitario y teología pastoral. Cuando volvió a Etiopía en 1985 eran años de gran hambruna y guerra civil. Fue rector del seminario menor de Adigrat, secretario del obispo y encargado de la pastoral, y luego canciller y director del secretariado diocesano. En 2003 fue nombrado obispo de Meki.

Permanecer cerca de la gente

Este es su primer viaje al extranjero desde que estalló la pandemia de Covid-19. “En este tiempo hemos perdido a muchos amigos y misioneros muy queridos, en particular quiero recordar al padre Paolo Angheben, que fue un gran misionero de la Consolata, un hombre de fe y de oración que trabajó con nosotros durante muchos años, especialmente en el Vicariato de Meki, y fue una de las víctimas de Covid-19. Seguro que está rezando por nosotros en el cielo”, dice Mons. Abraham.

Durante la pandemia”, continúa el obispo, “estuvimos conectados con nuestros socios internacionales y el gobierno y distribuimos alimentos y suministros médicos a los necesitados, difundimos información a todas las comunidades, parroquias y escuelas tratando de advertir de los peligros de la enfermedad. Hemos tratado de estar muy cerca de la gente, lo mismo que siempre hicimos en otras ocasiones como inundaciones, sequías y hambrunas”.

Sor Luisa Filipe, Misionera de la Consolata mozambicana en Etiopía. Foto: Archivo MC
La acción de la Iglesia incluye a todos

El pueblo de Meki está situado a unos 130 km al sur de Addis Abeba. La Iglesia católica de Etiopía utiliza dos ritos, el latino y el etíope, y trabaja en armonía. La mitad de la población del vicariato es cristiana, y hay unos 37.000 católicos. “Pero la evangelización, que incluye el trabajo pastoral y social, llega a toda la población”, subraya Mons. Abraham.

La Iglesia de Meki siempre se ha comprometido pastoralmente, pero también socialmente: “En el ámbito social”, explica Mons. Abraham, “tenemos proyectos de educación, salud para niños y mujeres, desarrollo agrícola, seguridad alimentaria y bancos de cereales. Para apoyar todos los proyectos, el Vicariato cuenta con el apoyo de Cáritas Internacional, así como de ONG nacionales de Austria, Alemania, Italia y España. Otros que apoyan nuestros esfuerzos son Manos Unidas y Catholic Relief Services.

“Obviamente la pastoral sigue siendo nuestra prioridad porque a través de ella realizamos una labor social, que siempre está integrada con la evangelización, como nos enseña el Evangelio: ‘Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia'” (Jn 10,10), explica Mons. Abraham y añade: “Lo que proponemos es un proyecto de desarrollo humano integral: toda persona tiene necesidades, tanto en el ámbito espiritual como en el material, son cosas que no podemos separar”. Por eso la Oficina de Desarrollo y la de Pastoral trabajan juntas en la diócesis.

Personal disponible

En cuanto al personal, el Vicariato de Meki cuenta con 21 sacerdotes diocesanos, acompañados por misioneros de 8 congregaciones, entre ellos los Misioneras de la Consolata. Hay 6 seminaristas de teología y filosofía, y otros 16 de bachillerato. En el ámbito pastoral, el Vicariato está organizado en cuatro zonas con sus respectivos coordinadores.

El Vicariato cuenta con 35 escuelas primarias y cuatro secundarias. En las diferentes parroquias hay 78 catequistas a tiempo completo y cientos de voluntarios. Su labor de evangelización y promoción humana se apoya en un Centro de Formación de catequistas y animadores. Un millar de trabajadores contratados según las leyes del país acompañan los proyectos. Cuando el proyecto termina, también lo hace el contrato.

A lo largo de los años, los sacerdotes, misioneros y religiosos de la Consolata que han trabajado en el Vicariato han sembrado y regado mucho con su labor obteniendo buenos resultados”, recuerda Mons. Abraham, “Nosotros seguimos cuidando lo producido de su labor. Los misioneros aún hoy siguen trabajando en zonas difíciles como en la misión de Weragu y Gambo y “quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerles el trabajo que han hecho y siguen haciendo”.

El Obispo recuerda con mucho afecto y estima al P. Giovanni Monti, IMC (1933-2018). Abba Monti, como era conocido, trabajó en el Vicariato de Meki durante muchos años y en varios servicios como, Secretario General de la Oficina de Desarrollo, Administrador (2002) y Vicario General. “Abba Monti es recordado por todos como un hombre de Dios que dedicó su vida a la oración, al amor a la Iglesia y al pueblo”, subrayó. “Fue un misionero humilde y entregado que, incluso en tiempos de enfermedad y sufrimiento, perseveró y aguantó sin rechistar. Casi cuatro años después de su muerte, los recuerdos de su vida santa y su entusiasmo misionero en el difícil contexto de Meki son una inspiración constante para muchos que se sienten seguros de su amor y sus oraciones desde el cielo”, atestigua el obispo.

Padre Giovanni Monti, Mons. Abraham Desta y el padre Ugo Pozzoli. Foto: Aquivo IMC

En la actualidad trabajan en Etiopía ocho Misioneras y unos 20 Misioneros de la Consolata: están en Addis Abeba, en el vicariato de Meki y en el de Nekemte.

Desafíos de la evangelización

Mons. Abraham señala tres grandes retos en la evangelización: la falta de personal misionero, los recursos materiales para los proyectos y las tensiones en la sociedad. “Intentamos mantener el diálogo con la gente, incluso con los que piensan diferente. Tenemos una oficina de Justicia y Paz donde organizamos encuentros de líderes religiosos para dialogar y promover la paz”.

El obispo señala otro criterio en la labor de reconciliación: “nadie debe ser excluido. Toda la sociedad y los grupos étnicos, cristianos y no cristianos, deben estar presentes para un diálogo de paz. Nos tomamos esta responsabilidad muy en serio, asegurándonos de que no sólo estamos del lado de los católicos, sino de toda la población. Esto es muy apreciado por la gente.

Siempre habrá esperanza

El obispo de Meki expresó su profunda esperanza cristiana: “Somos gente de esperanza y no podemos cerrar la puerta a la esperanza. Si cooperamos, habrá esperanza, pero si permanecemos sordos y ciegos, podemos perderla. Así que mantengamos los ojos y los oídos abiertos y abramos la boca sólo para decir con verdad lo que hay que decir. Estoy convencido de que Dios nos guiará de forma providencial, pero para ello debemos rezar, creer y confiar en Él y Él guiará a su Iglesia y a los dirigentes políticos”, concluye Mons. Abraham.

* Padre Jaime C. Patias, IMC, es Consejero General para América.

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