Cristhian Alarcón Lozano, de Chaparral – Tolima, llamado para la vida misionera “más allá de sus fronteras”, se enroló con la Animación misionera juvenil y vocacional – AMJV, de los Misioneros de la Consolata en Colombia y hoy ha sido Ordenado Diácono, en Roma
Salvador Medina*
Un poco de historia
El diaconado en la Iglesia antecede al Nuevo Testamento, cuando en el libro de los Números se habla de los “hijos de Leví”. Moisés, instruido por Dios, estableció un grupo de hombres, los levitas, para que representaran al pueblo en servicio de los sacerdotes y para ser ministros del antiguo tabernáculo en la Antigua Alianza (18,2-6).
La Iglesia de Jerusalén, muy al inicio, inmediatamente después de la muerte-resurrección del Señor Jesús, vio y sintió la necesidad de integrar en su organización colaboradores de los apóstoles en campos administrativos y de servicio a los pobres, representados en las viudas. Así fue como escogió “siete hombres de gran reputación” (Hechos de los Apóstoles 6,1-6) para esos servicios, llamándolos diáconos o servidores. A través de la imposición de las manos y la plegaria de ordenación ellos encomendaron a estos hombres el ministerio de servir en la mesa.
No cualquiera servía para ese ministerio, debían estar arraigados e inspirados en la persona del Señor Jesús que, afirmaba de sí mismos: “he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquel que me ha enviado (Juan 6,38), “estoy entre ustedes como uno que sirve (diakonia) (Lucas 22,27) y era presentado por Pablo como alguien que “se anonadó a sí mismo, tomando la condición de esclavo… se humilló así mismo (Filipenses 2,7-8).
El mismo Pablo describe las cualidades que deberían caracterizar a los candidatos en la 1° Carta a Timoteo 3,8-13: “ser honorables, sinceros, no amigos del mucho vino ni codiciosos de las ganancias mal habidas. Deben guardar, con una conciencia limpia, el misterio de la fe. Que primero sean puestos a prueba y después, si no hay nada de qué reprenderlos, que sirvan como diáconos”.
En la Iglesia primitiva aparecen predicando (Esteban, Hechos 6-7), bautizando (Felipe, Hechos 8), y sirviendo a la comunidad y, con la propagación de la fe y el crecimiento de la Iglesia, los diáconos comenzaron a tener también funciones litúrgicas, especialmente de asistencia al Obispo.
“Después del siglo V el diaconado experimenta un declive gradual en occidente. Para el 400 d.C. los abusos de poder y los conflictos con el orden de presbíteros, con frecuencia por motivos de compensación monetaria, son citados como los factores que contribuyeron al descenso del diaconado y eventual desaparición como un orden permanente dentro de la Iglesia Latina. Cambios sociales dentro de la Iglesia llevaron al desarrollo de monasterios y órdenes religiosas que tomaron responsabilidad de las instituciones caritativas, y de esta manera contribuyeron también en la reducción de la necesidad de diáconos, ya que ellos habían estado a cargo de responder a tales necesidades. En los siglos siguientes muchos otros factores contribuyeron esta cadena de eventos y ya para el 800 d.C. el diaconado pasó a ser, fue reducido, un paso transitorio para el sacerdocio en la Iglesia Latina. El diaconado no podía ser abolido debido a que este orden tenía raíces (orígenes) apostólicos que se remontaban al Nuevo Testamento. La solución en este tiempo fue el de convertirlo en un paso (etapa transitoria) hacia el sacerdocio. En las iglesias de oriente, el diaconado permaneció como un ministerio y orden permanente.
Durante los años 50, del siglo pasado, propuestas para promover una restauración del diaconado como orden permanente dentro de la Iglesia Latina empezaron a circular en Alemania. En los 60 algunos padres conciliares (Concilio Vaticano II) propusieron a la Iglesia universal que el ministerio del diaconado que procedía de los apóstoles, como tal, debía ser restaurado como un orden permanente en la Iglesia. Lumen Gentium afirma que corresponde a las distintas conferencias episcopales, según sus necesidades, “restablecer en adelante el diaconado como grado propio y permanente de la jerarquía” (n. 29)
La misma Constitución dogmática asigna las funciones o ministerios, con base en la tradición: administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura y dedicarse al oficio de la caridad y la administración”.
En 1967, con la carta apostólica “Sacrum Diaconatus Ordinem”, el Papa Pablo VI restableció oficialmente el Diaconado como grado propio y permanente. En su implementación se le fue concediéndolo tanto a hombres solteros como casados, teniendo un crecimiento gradual.
Cristhian Alarcón ordenado Diacono
Un joven colombiano, de Chaparral – Tolima, hijo de Fabio y Nury, que creció con sus hermanos de sangre, amigos del pueblo y compañeros de estudio. Al finalizar su bachillerato optó por entrar al seminario diocesano de Ibagué y en el primer año, respondiendo a su llamado para la vida misionera “más allá de sus fronteras”, se enroló con la Animación misionera juvenil y vocacional – AMJV, de los Misioneros de la Consolata, liderada por el P. Alonso Álvarez, conocido y recordado por muchos jóvenes. Vivió el Año Misionero integrando el Equipo juvenil de Vida y Misión en Bucaramanga. Al finalizar sus estudios de Filosofía, escribió su trabajo de grado sobre la “Pedagogia de la altermundialidad, en diálogo con las políticas de paz, después de los acuerdos del gobierno colombiano con las FARC”, inspirado en el Proyecto pedagógico “Otro mundo posible”, de la Animación Misionera de la Consolata, que no solo había vivido, sino ayudado a construir.
Estudió la filosofía en Bogotá, vivió su noviciado en Buenos Aires, sus estudios básicos de teología en Roma, emitió su Profesión Religiosa Perpetua el 6/12/2024. Actualmente adelanta especialización en Teología bíblica, en la Universidad Gregoriana de los Jesuitas, en Roma. Ha sido ordenado Diácono en Roma, con otros cinco compañeros, por la imposición de manos de Mons. Ignazio Sanna, en la Parroquia Natividad de María, a las 10.30am, hora de Roma.
Un Animador juvenil misionero, como lo ha sido Cristhian hasta ahora, en su corta vida, rica de salidas misioneras, de experiencias del Reino de Dios, de acciones misericordiosas y consoladoras, de momentos fuertes de espiritualidad, de rituales y celebraciones interculturales, interespirituales e internacionales, de estudios e investigaciones, al recibir el don (regalo) del diaconado, está siendo confirmado, ministerialmente, como discípulo – amigo de Jesús, animador del servicio a los pobres y excluidos, en una Iglesia sinodal de comunión, misión y consolación liberadora, teniendo a María Consolata como modelo y guía y a San José Allamano, con su propuesta de santidad “a la mano”.
“Gracias a Dios salió todo muy, muy bonito! Desde ayer estamos celebrando. La misa de la Profesión Religiosa ayer, me emocioné un poquito, de verdad. La Ordenación esta mañana, acompañado de mis papás, mis amigos, jóvenes de Turin que he acompañado en un campo misionero en el Kenia, muchos sacerdotes compañeros de la Universidad … Mañana tengo mi primer bautismo. Vamos a bautizar a Noita, el niño que hemos acompañado con su mamá migrante venezolana, desde hace tiempo. Es muy significativo porque, después de todo el proceso de acompañamiento que le hemos estado haciendo, ella decidió que uno de nosotros bautizara a su hijo y así volver a la fe. Cuadramos todo y mañana, en mi parroquia, donde hago pastoral, lo voy a bautizar …” (Cristhian, mensaje de audio, desde Roma).
*Salvador Medina, misionero de la Consolata en Colombia.