Durante más de 10 años, en 11 ciudades de América Latina, un grupo de personas llevan alimento y un espacio fraterno a los empobrecidos que viven en situación de calle. Bajo el principio de Jesús “ellos no son de la calle, son nuestros”, las nuevas generaciones hacen un llamado a la sociedad a la reflexión, invitando a asumir responsabilidad ante estas ralidades, motivando la busqueda y contrucción de acciones por la justicia social.
Prensa Aguapanelazo
El AguaPaneLazo, es un acto de consolación que realizan jóvenes Misioneros de la Consolata para ser presencia, compañía y solidaridad en medio de los empobrecidos del continente América (habitantes de calle y en calle; comunidades indígenas; personas de la tercera edad; barrios, familias y niños en situación de vulnerabilidad).
Nació en la ciudad de Ibagué el 7 de marzo de 2014 y hoy hace presencia misionera en 11 ciudades de Colombia y Argentina, donde de manera frecuente se reúnen para compartir alimento y llevar un mensaje de esperanza a través de recorridos en los territorios más vulnerables.
“En el aguapanelazo encontramos al humano, a un Jesús, Jesús estaba en medio de los empobrecidos; en medio de aquellas personas que tenían hambre, de aquellas personas vulnerables ante la necesidad” puntualizó Leidy Paredes, Coordinadora del Agupanelazo América.
En coherencia con la invitación de Papa Francisco “¡Hagan lío!… ¡Quiero lío en las diócesis, quiero que la Iglesia salga a la calle!”. Y animados también por las propuestas de Jesús, pensaron: “ellos no son de la calle, son nuestros”, lo jóvenes y sus familias salen a llevar este mensaje por las ciudades, en medio de los excluidos del banquete de la vida, con un termo lleno de aguapanela y unas bolsas de pan.
“Nos hace darnos cuenta que las otras personas que están en la calle, sea por opción o sea porque en la vida les hemos ido empujando allá y que son invisibles, es verdad que son nuestros; son también seres humanos y, esa posibilidad con ese gancho del pan y aguadepanela, ser capaces escucharles de oírles sus historias y también pienso yo, de darles alguna posibilidad de conexión y hacerles sentir seres humanos porque normalmente creo que no lo hacemos”. Afirmó Ruth Elvira Sánchez, Asistente del Aguapanelazo América.
La iniciativa ha hecho expansión, convertida en un faro de esperanza, en 10 ciudades de Colombia (Ibagué, Cúcuta, Bogotá, Bucaramanga, Medellín, Cali, Florencia, Tunja, Chaparral, Santa Marta) y en Buenos Aires, Argentina. El Aguapanelazo ha cruzado fronteras geográficas y existenciales para ser una presencia misionera en medio de los empobrecidos del continente América y al servicio de Jesús pobre.
Para Conmemorar los 10 primeros años de existencia, en la ciudad de Ibagué se desarrolló el IX Congreso y segunda Asamblea en América Latina para reflexionar sobre el futuro de la iniciativa, las acciones a desarrollar para fortalecer el mensaje de consolación, fraternidad y empatía a la sociedad.
“Yo los invitaría a que se dejaran impactar del Aguapanelazo, observen qué pasa ahí en esos encuentros, como lo dice el Papa Francisco: qué pasa si nos encontramos en otros lugares, y la juventud también mueve eso, yo siento esperanza en un mundo mejor, un mundo mejor es posible si nos encontramos, nos juntamos para celebrar y para palear el dolor” es la invitación a la sociedad que realiza Ángela María Sierra, Doctora en Teología y conferencista en el Congreso IX del Aguapanelazo América.
Las personas y familias interesadas en participar en cada uno de los recorridos de esperanza y consolación, las y los invitamos a visitar el sitio oficial del proyecto https://aguapanelazo.com lo visitarnos a través de nuestras redes sociales en Facebook, Instagram: aguapanelazo
Poema ‘Habtante de Calle’, por Juan Pablo Romero G.
“Aguapanela, fiel compañera en las noches frías y serenas,
endulzas el alma, calientas mi cuerpo, que con un pan complemento.
Sin más compañía que mi perro leal compañero,
paso mis noches sin cobijo ni sustento.
Sentirse a diario de nadie y solitario en el camino,
con mis pies descalzos voy sin rumbo fijo.
Dios bendiga al que me da de comer,
porque sé que arriba alguien lo ve, y se siga multiplicando su ayuda,
mientras pasamos nuestra angustia.
La esperanza de una vida se haya a la vuelta de la esquina,
con ayuda y disciplina puedo salir de esto que parece una tumba fría.
Los misioneros son nuestro refuerzo para
continuar adelante con mayor esmero.
Gracias por acordarse de mí, buen samaritano que has venido a servir,
con tu gentileza y amabilidad, un buen vaso de Aguapanela con pan.